martes, diciembre 05, 2006

DICIEMBRE-06

PREGUNTAS Y RESPUESTAS

Me comentan algunos conocidos el por qué me empeño en tomar las cosas al revés del personal, y aunque intento explicar que me digan en qué no soy lógico y ó reflexivo que me lo indiquen. Pero es que es posible ver las cosas desde otro punto de vista. Siempre. De eso se trata, ¿no?

Por ejemplo, ¿que fue antes, la pregunta o la respuesta? He hecho una pequeña encuesta, muy pequeña, pero todos me han dicho que la pregunta siempre es lo primero. Si no hay pregunta, no puede haber respuesta. Pues lo siento, pero no. Si no hay respuesta no hay pregunta. Por la nada no se pregunta. Lo primero es la respuesta. Solo que hay que encontrarla tras muchas preguntas, muchas veces repetidas.

EL PROTOCOLO

Le comentaba a un amigo hasta qué punto, los profesionales se empeñan en seguir y completar lo que en cualquier praxis profesional, llaman “el protocolo”, es decir la forma de actuar ante cualquier situación. Se nota especialmente en la medicina. Lo malo, como me recordaba este amigo, que “el protocolo no sirve para salvar vidas, sino para salvar culos (de médicos, claro)”. Por lo visto era una cita del imprescindible House, esa serie sobre un médico, poco protocolario claro, porque si no, no sería digno de serie televisiva.

AL FINAL ¿ME HARAN VOTAR?

Estoy buscando una lista para votar en unas hipotéticas próximas elecciones, y la verdad, cada vez desconfío más del sistema si no es con las famosas y deseadas listas abiertas. Pero visto lo visto, o revienta el sistema de la “partitocracia” (poder del partido, en este caso político) o nos inventamos una nueva forma de democracia, en la que podamos confiar en alguna persona que nos represente. Y digo esto, porque la política nacional, cada vez aburre primero y luego cabrea día a día más, si uno se pone a pensar en lo que nos jugamos y en lo que nos ofrecen. Todo me resulta ridículo, deprimente y asfixiante. A ver si se animan algunos con sentido común, del humor, y si es posible, y aunque parezca difícil, con verdadero sentido político, y no de poder. Así sí votaré.

ADVIENTO Y NAVIDAD

Cuando lea esto, estaremos en Adviento, lo que significa en la liturgia cristiana que quedan cuatro domingos para celebrar la Navidad. Evidentemente, la parafernalia consecuente. Si quieren una auténtico sentido de la Navidad, con lo que encierra el misterio del Dios que viene, enciendan todos los domingos una pequeña velita a la hora en que esté toda la familia reunida, en una pequeña corona hecha de ramitas y verde, con algún adorno natural (hemos tenido lluvia y en cualquier descampado se consigue si no lo quiere artificial). Cada domingo se añade una nueva vela, explicando que queda una semana menos para el acontecimiento central. Y el día 24 prepare un pequeño Nacimiento. Habrá celebrado el Adviento y posiblemente la Navidad de la mejor manera. Ah, y también se ahorrará algo con la auténtica Navidad.

PSICOANALISIS

Cuando uno era estudiante de sicología y le hablaban de las pulsiones de psicoanálisis, no lograba centrarme más que en respuestas instintivas del hombre. Tras pasar esa primera etapa entusiasta, se llega a la conclusión que no todo es instinto, y no todo es frustración en el sentido freudiano. El padre del psicoanálisis olvidó citar otros componentes: poder y posesión. Pero, ¿qué se esconde en un maltratador o en un pasivo masoquista? Pues si, parece que manda la frustración. Pobres; aunque sean unos …

FIN

lunes, noviembre 13, 2006

VITA, MORITURI TE SALUTANT

El valor de la vida, se mide en el valor de la muerte. La frase es mía, pero el concepto, como casi todo en mi, es aprendido. En definitiva, viene a significar que gracias a la muerte valoramos la vida. Normalmente nos aferramos a todo lo que significa la vida, porque tenemos que morir, es decir, si no muriésemos, quién trabajaría y para qué, para qué evolucionar, esforzarse o sufrir? De otra manera, si tiene valor lo que hacemos en la vida, es porque sabemos que vamos a morir, y que la misma muerte infunde un valor más, añadido a todo lo que hacemos. Somos poco generosos, así que creo que si no fuese porque morimos, dudo que hiciésemos mucho por nosotros mismos o por los demás. Es por eso que la vida tiene valor, en la medida que valoramos que vamos a morir.

Para explicarlo más fácil todavía. Supongamos que usted no va a morir de hambre, ¿se levantaría a trabajar todos los días a las 7 de la mañana? Es más, ¿para qué investigar, para que intentar crecer como personas? Para qué, todo.

En definitiva, la muerte nos acerca a vivir intensamente, porque la vida se nos escapa. Orson Wells, daba gracias a Dios por la muerte, tal como un moderno Francisco de Asís por este motivo. Y nosotros, si nos despojamos de los miedos y de todos los extraños adhesivos que acumulamos a lo largo de los años, deberíamos hacer lo mismo.

Cabe, evidentemente en todo esto el miedo, pero debería ser un miedo, como dice algún conocido, no tanto a la muerte sino a cómo sobreviene. Porque evidentemente, la muerte es un duro paso, un umbral demasiado alto para nuestra pobre altura.

En medio de esta pequeña reflexión, habría que definir la muerte, no como el acabamiento de la vida, sino como la transformación de la vida, como el cambio de forma de existencia, o como lo traslada bellamente Lao-Tsé, “lo que la oruga llama el fin del mundo, el resto del mundo lo llama mariposa”. A vueltas con esta idea, la inmortalidad no sería más que la respuesta lógica a todo lo que plantea la vida como duro, difícil, impensable, intolerable, ilógico … o sea, el sufrimiento gratuito, la poca suerte de muchas personas (desgraciadamente la mayoría) en esto que llamamos vida, y que no es más que el proceso de la muerte que iniciamos el día de nuestro nacimiento. Todas esas personas, deben en justicia revivir (o resucitar en sentido cristiano a) la vida en otra dimensión, con otras connotaciones, con otras justificaciones, de alguna manera, como una revancha, no en el sentido del resentido o del alienado marxista, sino como justa reciprocidad a quienes la fortuna o un lugar equivocado, la enfermedad o la miseria, han convertido en un muerto viviente. Es por eso, que hay que decirlo a estas alturas de lo escrito: ni una sola vida merece la muerte, y ni una sola muerte puede ser consentida sin el “normal” desarrollo natural. Afecto a todo ello, tampoco a ninguna vida se le puede birlar su muerte lógica por complicados mecanismos alargadores de agonías o artificiales mecanismos superpuestos al normal desarrollo y fin.

Por todo ello, vivamos intensamente, que nos queda poco, muy poco, tanto como el agua tarda en irse de entre nuestros dedos abiertos.

Además, seamos prácticos, si nos muriésemos, no cabríamos en el mundo. ¿A ver de donde sacamos espacio para tantos si no desapareciéramos? A todo esto finalicemos esta reflexión sobre noviembre (mes de los muertos, que dicen) con la hermosa frase del “pobrecillo de Asís”: hermana muerte …, (lo siguiente es de mi cosecha) ven cuando me canse de vivir. De verdad que no tengo prisa.

lunes, octubre 23, 2006

FROILAN DE TODOS LOS CHUCHOS


En casa vive un perro que durante ocho años, me ha aguantado y he aguantado … y querido. Evidentemente, él me necesita, no me quiere, porque no soy tan jili de creer eso del “cariño” de los animales. Es el segundo perro, porque durante tres años, vivió conmigo Pepe, de feliz memoria ya. Pepe también me quería, pero “quería” más a una vecina de Pueblonuevo que le daba más golosinas que yo. A mi simplemente me utilizaba como excusa y yo me dejaba, porque en las noches de trabajo o de ocio, se sentaba a mis pies y si no tenía nada mejor que hacer se divertía trayendo y llevando cosas que luego yo le tiraba, hasta que me cansaba del juego, cosa que Froilán de Todos los Chuchos (el segundo perro), hace con mucha mayor insistencia, y si no le bajo la pelota de donde se la tengo subida me da la lata hasta que tengo que dejar el patio, entrar en casa y aburrido se echa tras de mi para cogerme delantera caso que yo vuelva de nuevo al corral.

Froilán de Todos los Chuchos, me lo pasó con un día de vida, aún con los ojos cerrados junto con una cama de serpiente, un biberón y una lata de leche lactante para perros, Santi, porque se lo habían encontrado unos niños tirado en un contenedor. Le dije que se moriría, que soy muy malo cuidando animales, pero insistió y … qué queréis que os diga, hoy por hoy me alegro del regalo. Además, Froi, representa un muy buen adecuado regalo para un cura, porque presenta una mancha blanca en su pechera (recordando la camisa clerygman de un cura), véase foto, y porque es cansino como una larga homilía (esto lo dijo un compañero viendo la insistencia del perro en que le tirara “su” pelota). Froi odia a los niños de menos de diez años, porque insisten en tocarle la cabeza de una manera que no le gusta, le tocan la comida, o simplemente, le quitan el protagonismo ante los que considera los “suyos”. Más de uno ha sufrido en propias carnes lo que es la mala milk del perro, y el sabe que si viene un niño, le molesta y además corre peligro de ser amonestado “severamente” si les gruñe o incluso ataca (cosa que no es normal, pero como digo, ha ocurrido alguna vez).

Correctamente dicho, no es “mi” perro, porque simplemente vive con-mi-go. Pero como la canción de Alberto Cortez, tendemos a lo que amamos, considerarlo nuestra propiedad, y porque además, también como el de la canción, es callejero y molesta muchísimo a todo el personal, que hay quién lo quiere y me imagino, quién lo odia; ya se sabe que no todos tenemos el mismo gusto, ni las mismas apetencias caninas.

Pero sobre todo, Froi, es un encanto, por cansino, por juguetón, por divertido, porque es la mejor alarma inútil, estruendosa y aguerrida que uno puede poseer; porque tiene cualidades de cazador; porque no ha hecho falta enseñarle nada, con su instinto es suficientemente potable (pobre, si hubiese que haberle enseñado algo); porque sabe, no sé cómo, pero lo sabe, si estoy bajo de ánimo, si voy a salir o si voy a salir a sentarme en la hierba del corral a descansar o a jugar a su juego preferido de pelearnos, aunque a este hay que reconocer que ya no me gusta tanto, que luego me señala los brazos con sus dientes o sus patas; por llorón cuando quiere algo (Stella se parte de risa si lo ve jimplar, que decimos, para conseguir algo); por celoso si alguien abraza a otro que no sea él; por … ufff… qué perro.

Ya sé que esto es un escrito de lo más inútil, pero esta mañana me ha dado por escuchar a Alberto Cortez y su Callejero, y qué queréis que os diga, como no se cantar ni componer, hago lo que sé hacer un poco regular, escribir esta loa a Froilán de Todos los Chuchos, mi perro.

lunes, septiembre 04, 2006

TEMPUS FUGIT

Cuando cae la arena del reloj, mirándolo fijamente, uno descubre que no todos los granos caen a la misma velocidad, y si no lo descubre, lo intuye, porque las aristas, las formas y el peso, aumentan o disminuyen la espera en cada una de las vueltas que le damos. No es exacto, y bienvenido que no lo sea, porque la diferencia al final, resulta divertida. Lo mismo ocurre con la percepción del “tiempo”, esa entelequia que los hombres nos hemos dado para esclavizarnos a ella; depende de esa percepción que podemos decir “que veinte años no es nada”, o “qué largo se ha hecho el día”, incluso “que tiempo tan feliz”.

Pasada esta primera impresión, nos queda pormenorizar el día a día para entretener el presente en el pasado, echar la mirada atrás, sonreír y decirnos entre murmullos que “no estuvo mal” pero espera el futuro. Probablemente, además, lo que se deja atrás es bueno dejarlo atrás y aunque no lo sea, siempre está la oportunidad de mejorar.

Como dirían, mal, los pretendidos clásicos, “todo tiempo pasado fue mejor”. No, todo tiempo pasado ha sido lo mejor que ha podido ser, pero siempre está lo de adelante para mejorar las percepciones, que no la realidad. Porque la realidad es que esto que llamamos historia, o sea “la sucesión sucesiva de sucesos”, no acaba; se cambia de secuencia, no de película. El gusto, además de la buena película es que la historia tenga continuidad, que el argumento se desarrolle convenientemente, y si es posible, que el final sea bueno.

Con todo este bagaje de racionamientos, la verdad es que no queda más insondable cuestión que “el porvenir”. Tengamos confianza, todo lo nuevo trae esperanza de realización; lo nuevo no reniega de lo pasado, lo asume, lo transustancia en posibilidad y nos lo entrega para que seamos buenos hacedores, como Dios. En creadores como buenos artistas de nuestra vida.

A todo esto, y ya que no podemos ver más allá de nuestras finitas narices, pensemos, analicemos, llenémonos de razones para mañana porque nos jugamos nuestro “hoy”, que no al revés. El revés es para los panolis, los tristes, los pesimistas, los aguafiestas que no creen en ellos ni en los demás; que han pasado su vida en quejas y lamentos, pero se olvidan de lo probable. De los ilusos, de los inconscientes, de los malvados que aquejan a los que están alrededor con frustraciones curadas de antemano, cuando en realidad, por pasivos, se van a encontrar sumidos en miserables atuendos trasnochados por muy en boga que estén, porque no supieron asumir su pasado, ni hacer realidad su presente pensando en futuro.

El tiempo se nos va de la mano, pero el tiempo no existe, no es.

Lo único real somos nosotros mismos. Gracias a Dios.

Feliz fiesta del Cristo a todos los Obandinos que el 14 de Septiembre van a recordar que en un pasado, les posibilitaron la fiesta del presente.

sábado, agosto 12, 2006

EL ENGAÑO

Cada día que pasa y que intento pensar con cierta lucidez, más me doy cuenta que la base de la actuación de las personas, entre las cuales evidentemente, me incluyo, es el engaño. Hace un par de meses, escribía yo aquello de “mentiras previstas”. Pues no lo cambio. ¡Con qué facilidad sabemos engañarnos y engañar! Y lo complicado es que todos sabemos que lo hacemos y que lo hacen y seguimos admitiéndolo.

Si vuelvo de nuevo, es para comprobar que no tengo remedio. Hace unos días, por mor de un pequeño conflicto y tras un pequeño diálogo y lo de pequeño es por las pocas ideas que se intercambiaron de verdad, no por la longitud en el tiempo, hicimos galas de topicazos y buenas maneras, que pedían a gritos poner las cartas sobre la mesa, pero ninguno de los presentes conmigo, hicimos nada por plantear la verdad cruda y dura. Me quede con muchas cosas en el tintero, pero renunciando conscientemente a la verdad. -“Bah, no merece la pena”-. Y acabó la oportunidad, única de resolver el conflicto. Porque las componendas no resuelven conflictos, simplemente lo adormecen.

Eso mismo ocurre con cualquiera de las cosas que suceden a gran o pequeña escala. Todo queda adormecido, todo queda latente, nada se resuelve de verdad.

Si el planteamiento lo hacemos a gran escala, en política, en economía, en sociedad, resulta una tragedia, porque no se resuelve tampoco con el paso del tiempo. Ni siquiera los sobreseimientos judiciales acaban con los casos.

Además de un suspenso en el aire, el engaño provoca frustración que todos admitimos como buena, porque preferimos un poco de tranquilidad pasajera a un pequeño bache de lucha y desesperación, que sería asumible en la historia personal y que como toda crisis, daría paso a un periodo de crecimiento y de enriquecimiento. Y como digo, no solo hablo de la historia personal de cada uno, sino de montones de situaciones sociales, políticas, económicas, y cómo no, por lo que me toca, eclesiales.

Puestos y llegados a este punto, qué perdemos, qué ganamos.

Ganamos poco, si acaso, prestigio que dura lo que un caramelo en la puerta de una escuela, tranquilidad de día y un poco de coloquial paz. Perdemos sueño, felicidad de esa que no se acumula como la batería recargable, porque nunca se gasta, sino que se gana y un mucho de autoestima y realización necesaria para los días en que como le dijo Jesús a Pedro: “otros te llevarán y tú te dejarás llevar”. Y paz, pero no de la coloquial, sino de esa que te deja roncar, si se ronca, que te deja regar la hierba en la primera hora de la mañana para comenzar el día disfrutando de la caricia del sol mañanero, y de esa, que terminado el duro combate de cada día, asoma por la noche con las estrellas, para reconciliarte con el mundo, con los demás que saborean contigo una copa, contigo mismo que te sientes orgulloso del rampante soliloquio al recoger los trastos para dormir, y con Dios, que te besa con la cálida luz del universo con miles de besos tintineantes. El día ha sido bueno sin engaños.

sábado, julio 08, 2006

EL OCHENTA POR CIENTO

Tengo un par de amigos que continuamente me recuerdan ciertas expresiones que tengo como ciertas, a pesar de que es aconsejable siempre no decirlas, por aquello de ser “políticamente correcto”. El problema es que como me las creo, sin que por ello se consigne perfectamente su rigor científico, tengo que repetirlas. Una de ellas, dice que el 80% de los matrimonios a los que asisto, son “nulos”, en la perfecta expresión canónica de la palabra. Es decir, no ha habido matrimonio (me refiero al canónico, o sea “por la iglesia” para entendernos). Un profesor de moral del Seminario, puso el dedo en la llaga, cuando lo reconoció: “prácticamente a todos los matrimonios que asistáis podéis ponerle el apelativo de nulo” (la cita no es textual, pero la idea es perfectamente fiel), tras la publicación del Código de Derecho Canónico actual. Además de todo ello, la nulidad es un proceso que se ha conseguido realizar en un periodo más o menos aceptable para todos aquellos que “sufren” una situación difícil ante sus creencias y su realidad matrimonial. Lo del dinero, además, se ha convertido en una gran mentira, hay abogados de oficio y abogados de pago, dependiendo del nivel económico de la pareja. Sin las connotaciones sociales que despertaba antes una separación matrimonial, parece que es una solución para determinadas situaciones de pareja, y que concilia los sentimientos religiosos de la gente con su irregular situación canónica. Evidentemente, si sacamos a colación los datos de divorcios (casi un 40 % de los que se casan), hay que concluir que algo falla. Y no es el código, o sea no son las leyes, sino las personas.

Me parece tenerlo claro. Hay un nivel de educación que conlleva una gran preparación técnica, pero muy mala humanamente; hay una información sexual extremadamente completa, pero muy mala formación (o prácticamente inexistente) afectiva. En esos dos pilares en los que se debe fundamentar el amor humano fallamos estrepitosamente. La información no lleva a nada (no veas lo que puedo llegar a saber de fútbol y lo malo que soy jugando). La educación técnica, la podría tener cualquier médico asesino nazi, mejor que cualquier otro de la época. Y es que tenemos que poner la dirección de la razón debidamente educada y de la afectividad formada. Y es un problema social, y es un problema de la propia Iglesia, y lo es de las familias, y lo es de todos. Porque una ruptura matrimonial siempre es un fracaso. Eso sin contar todo lo que conlleva familiar y socialmente.

Falla el concepto. Falla el proceso. Fallan las personas. Y además, no nos va a servir de nada acudir al psicoanálisis para categorizar nuestras frustraciones, o reproducir vivencias de los padres, o buscar en laces externos en eso que se llama el “consejero matrimonial”, si falla el comienzo de la persona en sociedad que es “educada”. El concepto de educar, además, implica en su raíz latina, un proceso dinámico de fuera a dentro y de dentro hacia fuera, que posibilita el asumir la realidad y modificarla. No es pasivo, sino activo en el sentido de activar la humanidad y activar la afectividad, lo cual conlleva dominio de sí y al mismo tiempo, capacidad de dar. En definitiva, ser capaz de amar, siendo amado. Probablemente, partiendo de estas premisas, los fracasos de pareja, puedan ser muchos menos, el daño más llevadero y las personas más felices. Me comentan que también algunos abogados cambiarían de especilidad.

Por cierto, que nadie venga con el chiste de no casarse y constituirse como pareja de hecho, porque esto es un enredo legal, ya que el matrimonio o el constituirse como pareja de hecho, son lo mismo; en el fondo, un contrato entre dos personas lo rubrique un juez, un cura, una inscripción legal o un acuerdo verbal.

Nunca he visto a nadie más feliz que un feliz casado o casada; pero tampoco a nadie tan infeliz que a un infeliz casado o casada. Y en esto de la pareja, no hay medias tintas, o se es feliz o no se es. No vale aquello de “nos llevamos bien”.

jueves, junio 22, 2006

MENTIRAS PREVISTAS

Mentimos casi por necesidad. Aunque no sea necesario. Pero desde pequeño te comienzan a decir: "eso no se dice", por mor de ciertos convencionalismos sociales. Además, para la mayoría, la mentira forma parte de sus vidas de la misma manera que la comida. Es más, estoy convencido que sin la mentira, nuestra forma de vivir y de relacionarnos, sería insufrible, tal y como se nos ha organizado la existencia; socialmente, la verdad está desterrada para intentar que la supervivencia funcione. De tal manera esto es así que hemos inventado algo que se llama "buena educación" que proviene de esa forma habitual hipócrita de vivir. También hay que decir que la "mala educación", es también mentira, porque es tan insufrible que nos aboca a otra mentira referente a comportamientos contrarios, que no alternativos.

Comenzamos mintiendo desde pequeños, de la misma manera que nos habituamos a convivir. Por eso, el niño considera habitual que pueda mentir, lo vive, lo sueña, lo repite. No queda inocencia desde el mismo momento en que se nos reprime decir que odiamos a nuestro padre, que nos quita el don más preciado, la madre. Cuando pasamos al estado contrario, nos imaginamos al dios en figura paterna, para consolarnos de lo poco que somos. Cuando queremos darnos cuenta, la mentira se ha convertido en nuestra sombra.

Pasamos nuestra adolescencia y juventud, preocupados y ocupados en buscar al "alter ego" en figura sexuada, pero nos reprime de tal manera no poder realizar nuestros sueños (eróticos o afectivos), que incluimos la gran mentira de la afectividad, y solo queremos aquello que nos quiere. Los bandazos son estruendosos, pero nos consuela que todos lo hacen. Además es insufrible (nuevamente la frustración) ver cómo nos rechaza la vida. Durante años he comprobado como los lunes son los días más mentirosos de las semanas, en los adolescentes y los jóvenes, porque cuentan sus ilusiones y no sus fracasos.

Y en la madurez inmadura, comprobamos que lo que nuestras ilusiones empujaban, es irrealizable, porque nos hemos creído ya todas las mentiras, y comprobamos que la existencia consiste en con-formarse con lo que la realidad nos deja. Comienza la rueda de hacer que otros se crean las mentiras que hemos construidos. el desfase de lo que hemos querido y a lo que hemos llegado, es tan preocupante que aparecen los primeros síntomas de una esquizofrenia personal, familiar y social tan tremenda que para defendernos, nuestras mentiras comienzan a ser increíbles, solo que ahora, todos están tan preocupados de mantener las suyas que difícilmente alguien nos lo echará en cara.

El periodo mas veraz, comenzará siendo la "tercera edad", pero ya, como diría un anciano y venerable señor que conocí "... pa leches".

Así que, para entretenerme, divertirme y reírme muchísimo, he inventado el juego de mis verdades y mis mentiras, unas me harán reírme de mí mismo y las otras, me ayudarán a comprobar que los que me rodean, en el fondo no van a ser más felices que yo. He decidido que no me mentiré y si puedo, sí, yo también miento, por virtud de esa convivencia, tampoco mentiré a quién esté dispuesto a querer la verdad.

Una última consideración: cuando alguien diga: yo siempre digo la verdad ... decidle de mi parte, que es mentira, como mucho dice lo que se le ocurre, que no tiene nada que ver con lo que piensa y siente, y muchas veces, solo es ... justo lo contrario. Besos, queridos.

martes, mayo 09, 2006

C de Cambio

C de Cambio

“Lanzad una idea y en diez años vendrán los cañones”, no sé quién lo dijo, pero sí sé que me lo repetía mucho un profesor, hablando del tremendo poder de la palabra. Y efectivamente, una idea tarde o temprano se materializa en cañones, es decir, en una revolución, sobre todo cuando es una idea que lleva razón en concretizarse.

Todo esto viene a cuento de una reflexión sobre “V de Vendetta”. Me ha quedado la sensación después de verla, que tras la belleza de la música, de los textos de los clásicos, de las películas que se invocan, subyace una idea, clara, paradigmática y que creo recordar se ha planteado ya: el parlamentarismo, tal como lo conocemos, no tiene visos de ser la solución de los problemas que plantea hoy el mundo. Esta democracia occidental con sus formalidades legales, no tiene futuro. Y no lo tiene, porque no responde suficientemente a lo que se desea de una forma de organización social muy exigente y al mismo tiempo, definitivamente obsoleta. No ha sido mala, pero hay que inventar … Que nadie además se escandalice, ni se ponga las manos en la cabeza, ha habido muchas formas de convivencia que han acabado su época y se han transformado en otras, con cañones la mayoría de las veces, a ver si hemos aprendido. Hay un ejemplo claro del declive del modelo: tememos al estado. Es omnipresente, nos vigila, nos acecha, sabe nuestros movimientos, sabe si compramos qué compramos; nos inscribe, nos maneja, nos arrolla con su maquinaria en el ara del llamado “bien social”. Al lado, grandes complejos económicos y comerciales aprovechan la consabida inercia para hacer lo mismo con complicados mecanismos informáticos. O sea, cuando quieran, estamos en sus manos.

Y por eso, el individuo, desasistido, tiende a dejarse llevar por la marea; opina la consabida “verdad políticamente correcta”, porque salirse de ella le convierte a uno en un a-social, en un personaje si no directamente delincuente, al menos, fuera de la norma o el canon, lo que se diría legalmente, o en lenguaje popular, un extra-vagante.

Pues quiero reivindicar mi extravagancia. Mi asociabilidad “oficial”, a cambio de un regenerado bien que se llama libertad; ese bien del que se habla tanto y ya sabemos la ley no escrita que cuando se habla mucho de algo, es porque no se tiene como habitual. Algo hay que cambiar.

Como no soy de esos sesudos que saben dar con el “quid” de la cuestión, me callo no sea que dé “palos de ciego” que hagan más daño que bien. Pero algo hay que inventar. Se nos caduca el modelo.

lunes, abril 03, 2006

EL SECRETO DE LA VIDA

The secret of life is to have a task, something you devote your entire life to, something you bring everything to, every minute of the day for the rest of your life. And the most important thing is, it must be something you cannot possibly do.
(Más o menos, según el Gtrans: El secreto de la vida es tener una tarea, algo que usted dedica su vida entera a eso, algo que usted trae a cada minuto del día para el resto de su vida. Y la cosa más importante es, que debe ser algo que usted no puede hacer posiblemente.)

La cita es de Henry Moore, un escultor inglés. Y no lo entiendo. Aunque lo comprendo. Si el secreto de la vida es algo que se persigue, que te acosa, que te dirige y que nunca consigues, la vida es un engaño, una especie de caverna platónica, que he leído por ahí, y que tiene mucho de desdeñar las cosas diarias y cotidianas, como poco importantes. Más o menos, viene a decirnos que no se preocupe nadie de otra cosa, que no sea “eso”. Desdeñemos, pues, la cervecita del domingo, el paseo con la familia o los amigos, el libro que no hable de él o de cómo conseguirlo, el partidito de una final europea del Madrid (qué lejos queda), un bocata de choricito o una tabla de ibérico … en fin, todo eso que nos (al menos me) hace más feliz que una idea, por muy importante que sea. O más importante aún que el propio dinero, o una gota de poder , o …

Henry Moore, cuyas esculturas si llaman mucho la atención y eso a pesar de ser abstractas, no tiene mucho predicamento en esto, lo siento. Pero entonces, ¿en qué consiste esto del “secreto de la vida”? No lo sé; bueno, puedo intuirlo. Desde que tengo uso de razón, creo que llevo buscándolo, o al menos, desde que me di cuenta que la vida se escapa y no sé por dónde cogerla. Me enteré, gracias a Dios a tiempo, que no se puede coger, que es ella la que te tiene, la que te contiene, la que te ofrece, la que te cuenta, la que te felicita y en definitiva, por no seguir con la retahíla, ella es el secreto. Vivir. El cómo, tiene relativa importancia en la medida en que seas protagonista de ella, en la medida en que te libere de la angustia de que se acaba, porque ese día se rendirá a tus pies, para decirte que has logrado lo mejor de todo: conocerla. Y para ello, que me perdone el escultor, la cervecita del domingo y el periódico, por ejemplo, pueden ser muy importantes.

El Secreto de la Vida, pues, no es tan secreto, solo es una actitud. Consiste en un simple sentido por las cosas, grandes o pequeñas, las que parecen importantes, las que no lo son, o las que sí. Todo forma parte de este gran secreto, en la medida que cada día uno se sorprenda contento de lo que ha vivido. Más o menos en dormir a gusto con la almohada, esté cubierta de seda, de algodón o de simple saco … o no exista.

A partir de ese momento, el secreto de la vida, no es mas que vivirla, beberla, gustarla, saborear cada minuto de ella, en sufrimiento o en alegría, en salud o en enfermedad, sabiendo que nos hace y la hacemos, la criamos y nos crea. Nos saluda efusivamente cuando venimos a ella y nos despide como el amigo que sabe que volveremos a vernos, felices del reencuentro.

Eso sí, si paramos en la búsqueda, moriremos. Nos abandonará, como se abandonan los novios aburridos de no recibir caso del otro, o de la otra.

sábado, marzo 04, 2006

BIOETICA

Corría el año 1984, cuando comencé a leer cosas sobre Bioética, en las que se avisaba ya en ese año, que la clonación humana no estaba lejos.. La Revista Communio, dedicaba uno de sus números a tratar de Biología y Moral, temas que hoy es normal plantearse, sobre todo, cuando los políticos, incuso los que dicen no estar de acuerdo, nos han plantado una ley, muy pero que muy discutible desde el punto de vista ético. No sé hasta qué punto los científicos han tenido que ver en este tema; lo que sí tengo claro es que es una decisión muy arriesgada cara al futuro.
Se comienzan a conocer términos como eugénesis, mucho más profundo que el de eutanasia, que tan bien nos han vendido desde distintos ámbitos y que abre (mejor, cierra) puertas al hombre, que posiblemente, tarde o temprano harán que cambien conceptos e ideas. Más tarde, o más temprano, también, cambiarán la praxis.
Lo preocupante es hasta qué punto se abandona el concepto de individualidad del ser humano, animado y espiritualizado (en sentido de inteligencia y afecto, no religioso), para pasar a un concepto del individuo como número, artefacto mecánico y sin previsión de otra cosa que no sea consumir y obedecer. O sea, 1984 de Orwell, llevado a la práctica.
Probablemente esto sea difícil de entender en nuestro mundo de relaciones pequeñas, familiares, de boca a boca, donde nos conocemos y reconocemos. Pero piense en la cantidad de números que usted tiene que retener porque lo identifican y aportan a muchos organismos oficiales y no, datos increíbles sobre su persona. Pues eso va a pasar, está pasando con el ser humano. Y que no nos vengan con el cuento de la salud, de nuestro bienestar y de otras milongas que cualquier boca-suelta larga para conseguir poder, dinero u otro interés, siempre espurio. El manejo biológico de los seres humanos, no tiene mayor interés que el dinero. Lo disfrazan de falsa piedad, pero es dinero y poder. Algún imbécil lo hace por curiosidad, pero ya dijo un famoso ministro, aquello de “los experimentos en casa y con gaseosa”. De tal manera es escandaloso, que cuando a la ministra de sanidad le comentaron algo de los estudios sobre células madres, que se estaban realizando con cordones umbilicales procedentes de partos (material que es inservible si no es para este estudio) en un instituto valenciano, ella ponía cara y voz de asco ... Pero preparaba una ley en la que se manejan embriones, luego fetos y luego partes de seres humanos. No es una invención. Si digo partes, es porque no se tratará al ser humano como un fin en sí mismo, sino como un ser “para ...” que nos sirva, o sirva a alguien. Y eso por cojones, porque no pueden elegir. No hay voluntad. Más todavía, se niega la voluntad, la libertad.
Decía un pensador, “dame ideas que a los diez años vendrán los cañones”. Pues eso, la idea (la ley), teñida de buena voluntad y piedad, dará pasos a la práctica más antihumana que el hombre haya realizado nunca jamás. Pero el hombre terminará pagándolo, porque tal como se dice en la película Parque Jurásico, “la vida siempre se abre camino”, y no se cómo no hemos aprendido todavía lo jodido y lo peligroso que es molestar a la naturaleza.
Tampoco es futuro ya. Es hoy. No sé en qué medida me afectará, pero lo hará en aquellos que vienen tras nosotros y no creo que valga la táctica del avestruz. No sé hasta que punto se ha iniciado siquiera un mínimo debate social. Ni siquiera se ha informado convenientemente del alcance de la ley. Probablemente, esta sea la primera información que usted tiene de la Ley de Reproducción Humana Asistida. Solo uno de nuestros representantes votó en contra, Eugenio Nasarre. Lo pongo por ser el único nada políticamente correcto y sí consecuente consigo.

viernes, febrero 03, 2006

EL AMOR

Está a punto de publicarse la encíclica del Papa Benedicto XVI, que se va a llamar Deus caritas est (Dios es amor); a propósito de esto, permítanme una incursión “teológica”, aunque no sea un especialista y probablemente diga alguna chorrada, que me rebatirán, claro, con todo el derecho, los que tienen mucha más idea que yo.

El amor es difícil concretarlo, pero vamos a hacer un pequeño excursus para intentar acercarnos a él, siempre bajo el prisma personal de quién escribe. Y es que en el sentido bíblico, el amor no se refiere ni mucho menos a lo que es la influencia griega de distinción entre el ágape (vamos a traducirlo por caridad) y el eros (este no creo que sea necesario traducirlo). Pero claro, la influencia de la filosofía griega en el Nuevo Testamento (ya saben, la parte de la Biblia, tras Jesús de Nazareth) es muy grande. Por eso, vamos a intentar, en la medida de lo posible distanciarnos de toda filosofía, cosa imposible.

Para hacernos una idea de lo que influencia la filosofía en el pensamiento cristiano, hay que tener en cuenta, que por ejemplo, la diferenciación entre cuerpo y alma proveniente del pensamiento heleno, no aparece en la Biblia hasta que se “pone de moda” en los libros de la sabiduría. Es más, el propio Pablo en sus cartas, parece que habla de tres componentes de la persona: carne, cuerpo y espíritu. En fin, difícil ponernos de acuerdo. Pero la filosofía griega ha impregnado desde Platón la separación del hombre en alma y cuerpo; consiguientemente, el ágape o caridad, pertenecería al alma y el eros al cuerpo. Difícil comprensión y peor explicación del amor que Dios siente por su pueblo y que tan explícitamente se muestra en los profetas, donde el amor más grande se manifiesta como el amor del esposo o novia por la esposa o novia. Porque claro, ese amor conlleva un altísimo componente de eros. Es más, entonces como explicar que todo un libro de la Biblia como el “Cantar de los Cantares”, pueda ser considerado como Palabra de Dios, si es un canto al amor más carnal (tengo un amigo que dice que es pornográfico, tal como lo entendemos hoy, si se lee adecuadamente). En fin, que las categorías griegas valieron para una determinada época, pero hoy, no creo que nos lleven a nada.

Si consideramos la unidad con que el pensamiento judío consideraba al hombre, es mucho más fácil explicarlo, porque el amor no se distingue entre ágape y eros, sino que es solo “bondad dirigida al objeto del amor”, por explicarlo un poco, aunque daría para un libro muy gordo. En Jesús, esto se hace mucho más comprensible como “un total centro de atención” de Dios hacia la persona, hasta tal punto de ser una auténtica “locura de amor”. Dios se vuelve tan loco, que se convierte hasta en “tonto” por culpa del amor que siente por cada uno de nosotros. Y esto se amplía hasta tal punto que lleva a la muerte por amor. O sea, lo que hizo Jesús: “hasta dar la vida”. Incluso dando como signo de pertenencia a los suyos, el amor. Cuidado, que no se distingue en el pensamiento de Jesús entre ágape y eros. Como pensamiento judío es una única cosa.

En este pensamiento, todo es amor: la lluvia que cae sobre buenos y malos, el sol … hasta la muerte. Ese es el pensamiento cristiano auténtico. Pero ¿hay amor bueno y amor “malo” o menos bueno? NO. Si es amor, es solo eso. Y además, Juan llegará a decir que Dios es amor y por lo tanto, toda manifestación de amor es manifestación del propio Dios, es Dios que se hace carne. Cómo será, que ampliando el sentido cristiano del amor, el amor más auténtico será, no el amor de los padres a los hijos, sino el amor sexuado. Ese es el más completo, el total, el más puro, incluye ágape y eros, o mejor, esto está contenido en el amor.

Amaos unos a otros con el mejor amor. Es Dios manifestándose.

Nota: Como Ratzinger (Benedicto XVI) es todo un intelectual, léanse la encíclica, que no les va a defraudar, seguro que además la disfrutarán.

domingo, enero 22, 2006

ESTULTICIAS (TONTERIAS) NAVIDEÑAS

Yo tenía otra cosa escrita para este mes, pero no he podido sustraerme al “encanto” navideño, tal cual un míster Scrooge cualquiera, aquel personaje de la maravillosa “Canción de Navidad” de Dickens.

Y es que, sí, el encanto de la navidad, me ha subyugado totalmente. Tan de esta manera ha sido, que Papa Nöel, ese viejecito que dicen es la representación de San Nicola de Bari, me ha visitado esta noche. Lo malo es que tiene el mismo atuendo gilipollas que le propinó la Coca-Cola y como desde que la dichosa glucemia se instaló en mí como problema, el médico me la tiene prohibida, pues como que me da más repelús eso que llaman Papá Nöel, o sea Papá Navidad traducido del francés, que tiene bemoles el nombrecito (no sé si la marca registrada, tiene culpa de este nombre gabacho del personaje).

Lo peor, es que se ha instalado en la mentalidad “real” (por lo de los reyes magos) esta pseudo-tradición que proviene de San Nicola de Bari y que intereses comerciales, cómo no, han transformado en el más absurdo icono navideño que se puede imaginar. Del “jo-jo-jo-jo” mejor no comentar nada, que me embalo. Vamos, al lado de Papa Noel, el “caganet” catalán, me parece una imagen tierna y con buen gusto, oiga.

Pues sí. Lo que es la vida. Papa Noel (jo, me da repelús, lo repito, escribirlo) me ha traido un regalo …

El caso es que San Nicolás de Bari, era mas bien bajito, bueno muy bajito, gordito pero no barrigón, chato y un poco calvo. O sea, feo, nada que ver. No habría vendido una botellita de la marca registrada, ni en el Sáhara a las doce del mediodía. Así que lo cambiamos. Le ponemos un gorrito con borlón (uffffffff…), nariz y cara de alcohólico, barba blanca imposible, un pijama con botas altas de charol y unos renos tirando de un trineo, medio de locomoción de muy buenísimas prestaciones en estas latitudes nuestras. Atención que van los nombres de los renos: Dasher (Brioso), Dancer (Bailarín), Prancer (Acróbata), Comet (Cometa), Cupid (Cupido), Donner (Trueno), Blitzen (Relámpago), Vixen (Juguetón) y Rodolfo (este no estaba entre los nombres originales). Bestial. La gestión comercial ha sido insuperable. Y ¡esto triunfa en todo el mundo!

Vayamos a otra tradición: la felicitación navideña. Mis amigos y familia, se habrán dado cuenta que no felicito a nadie. Ni con tarjetitas, ni cartas, ni las novedades de los sms o emails, ni nada parecido. Simplemente, ellos son testigos, no lo hago. Y me enternece, como cada uno de los que me han escrito alguna felicitación, salvo las comerciales que no tienen valor y que recorren el camino del incesto (in-cesto: al cesto, o sea papelera), han querido ser originales. Los tengo para todos los gustos. Me los reservo. Pero qué es la felicidad de la navidad, me pregunto. Porque vamos, la felicidad para mí, no es la comida fraternal, familiar (he cenado unos mejillones en vinagreta y un bocata chorizo … ¡¡¡solo!!!) y he sido muuuuuyyyy feliz. Me han comentado que una cena familiar de Navidad, ha terminado con dos familias que no se dirigen la palabra durante todo el año, cantando un villancico en casa de los abuelos y el nieto primogénito, que me lo contaba, partiéndose de risa, sabiendo que a la salida de la casa, seguirán sin hablarse otro año más, por quítame acá estas perrillas. A partir de ahora, sé que recibiré alguna felicitación menos, pero no os preocupéis, que apurando vuestra buena intención, dará lo mismo y seguiremos siendo buenos amigos.

Vayamos con la última, la de lo “reyes magos”. Siguiendo el relato del evangelio, no sabemos si fueron tres, probablemente no; ni eran reyes (¿¡esos van a mover el culo por una estrella!?), ni magos en el sentido moderno de la palabra. Eran astrólogos y un poco chiflados; bueno un poco, no: muy chiflados. Por cierto, los nombres, tampoco creo que coincidieran. Esos sí eran capaces de moverse por una idea absurda, pero por lo mismo maravillosa: algo gordo ha pasado en el mundo, que merece que estemos ahí. Algo extraordinario y que puede justificar un viaje penoso, incómodo y que podría costarles la vida: ha nacido un niño. Un Dios se nos ha dado.

¿Navidad? Pues sí. Pero otra. Estulticias, no.