Hice en alguna ocasión un test para ver cuantas palabras utilizaba normalmente, o entendía con cierta facilidad. Mi media fue buena, o mejor mas que buena. No es una ciencia infusa, así que lo tengo que remitir a la gratuidad que me ha concedido la vida con personas que han hecho posible que uno no se deba considerar un analfabeto funcional. Mi conocimiento de las palabras y su compresión es lo correcto para una persona con mi formación y edad.
De todo lo anterior quiero deducir que lo mismo que entiendo, expreso. Y ahí es dónde comienza mi duda. Porque no. Y no es cuestión de ciertas malas conductas intelectuales (por ejemplo, que pienso muchísimo más rápido que me expreso), sino más bien de una auténtica mala conducta intelectual-moral (o sea que mi intelecto es muy egoísta, que no tiene en cuenta que dentro de mi pensamiento y cons-ciencia, solo entro yo). Por eso, cuando me hablan de dialogar intento hacer un esfuerzo para que me comprendan (vamos que cojan el ritmo de mi pensamiento), pero desisto inmediatamente casi siempre, porque no lo consigo. O sea mi inteligencia supuesta, se deshace como azucarillo ante el líquido de la comprensión ajena. Y esto me apena. Solo me reconforta, cuando algún amigo en lo intelectual, siguiendo mi línea de pensamiento me rechaza con argumentos o me acepta igualmente con ellos. Eso gratifica y te invade una tremenda tranquilidad: no estoy loco. Si alguien me comprende intelectualmente no estoy tan solo. Nietzsche no parecía tan gilipollas cuando Wagner le consolaba con su música, y se volvió loco cuando el que él creía su amigo, dobló su rodilla “ante el crucificado”.
Como esto comenzó como una exaltación de los conceptos comprendidos, habrá que reconocer al mismo tiempo que tal como ocurre en la sabiduría, cuantos más conoces, muchos más ignoras; axioma elemental para sabios, y tremenda tontería para el necio. Ya lo dije al principio: lo que sé, lo sé porque me lo han regalado. Me habría costado todo el dinero del mundo y muchísimo más y miles de vida que no voy vivir (yo como Joaquín Sabina, tampoco creo en la reencarnación); así que siendo justo, soy uno de los mortales que se siente agradecido a las cientos de personas que han contribuido a esta, para mí muy importante faceta personal, ya que me divierte como nada en el mundo el conocimiento, la capacidad de juego con las palabras y los conceptos; y me hace pasar horas muy gratificantes con la poca, pero al mismo tiempo intensa felicidad, de entender lo que leo, escucho o veo. Y disfrutar. Disfrutar con ese disfrute, muy epicúreo, muy sensual de aprehender secretos de las cosas en sus conceptos, ideas y elementales significados. Estos son mis arcanos de la vida. Probablemente no sirva para mucho, ya lo sé. Pero satisfacen … hummmm … ¡ cómo satisfacen !
A estas alturas del escrito, probablemente muchos hayan dejado de leer, porque este tonto se ha puesto intelectual sin serlo. Pues sí. Pero no vean como estoy disfrutando incluyendo pensamiento en las palabras. Así que termino con imposible e imprevisible final de toda esta parafernalia.
Un buen diccionario conceptual, buenas lecturas, inteligentes compañías, incluso ahora la imprescindible wikipedia, dan muchas más satisfacciones que todo el premio gordo de la lotería.
A mí me tocó la lotería y me toca con todas las personas que en sus palabras transmiten, aún sin saberlo, los arcanos de la vida.
Nota: en Negrita, las consultas recomendadas en diccionario conceptual.
TAREAS DOMÉSTICAS
Hace 1 semana