martes, marzo 29, 2011

REFLEXIONES

Del amor solo tenemos dos experiencias ciertas, una de ellas (aunque sea de manera equivocada), es cuando nos conciben, la otra cuando muramos y descansemos en sus brazos. Mientras, la mayoría de nosotros, solo acabamos las estribaciones como malos montañeros. Los únicos que escalan y llegan, van sin mochila de necesidades y deseos. En la cima, la experiencia argumenta por los otros como parte de uno mismo, unidad de la “misma carne”, y nadie se “cierra a su propia carne”.

Está mal vista la compasión. Sí. Pero com-padecer, padecer lo de los otros, es el sentimiento humano por excelencia, el que más nos humaniza, el que es capaz de redimirnos. No es lástima sino compartir la experiencia, buena o mala y más la buena que la mala, porque a lo largo de nuestra vida, salvo de aquellos a los que condenamos a sufrir las injusticias que generamos, son más las buenas que las malas. Y, probablemente, nos cueste más la com-pasión con las buenas que con las malas. Reivindico la compasión.

Si eligimos la libertad, probablemente nos tengamos que conformar con la soledad. Esto no es un pensamiento mío, me lo enseñó el maestro Facundo Cabral, pero lo hago mío, porque si no hay libertad no hay individuo, y mira por donde, si hay algo a lo que no debo renunciar es a ser yo. Y el que es individuo, se convierte en individual, tarde y temprano, solo. Claro, que también dice Cabral, que quizá ese sea el premio, la soledad. Sí, ese es el premio, porque la soledad es una certeza; nacemos, vivimos y morimos en soledad. Todo lo que nos encontremos de compañía durante unos metros del camino es regalo. Pero seguiremos solos. También lo dijo León Felipe: para cada uno, “un camino virgen”.

Recordar el pasado no deja de ser un error añadido a los errores, porque lo que hemos vivido nos ha superado, porque para nosotros, ya es haber muerto. Nunca podremos recuperar ayer, solo nos queda lo que nos queda de hoy, y, si hay suerte, mañana cuando luzca el sol. Lo duro es considerar ayer como bueno y lo que está por venir como difícil. Es que somos valientes a toro pasado, sorprendidos espectadores de lo que nos toca en esta hora y temerosos actores de la obra a representar el papel futuro. ¡Ah! la película la vemos, como los malos sueños, en blanco y negro.

Las experiencias más vívidas, casi siempre tienen que ver con nuestras frustraciones y no con nuestros logros. Es más, incluso cuando hablamos de nuestros triunfos, en realidad lo hacemos con la amargura del que sabe que no sacó todo el provecho que podría haber sacado. Somos insaciables. Y cuando olvidamos experiencias y nos las recuerdan como logros nuestros, sabemos que no le dimos importancia porque no pudimos sacar más jugo de ellas. Solo hay una experiencia que recordamos como la mejor, la que más nos gustó, la que nos hizo feliz, por eso retornamos a ella cuando volvemos a la postura fetal. Y no era una simple postura física.

Para terminar. Un episodio de Correcaminos (bip, bip), el Coyote, intenta confundirle con un cartel, para que se desvíe y caiga en la trampa que le ha preparado. Cuando pasa Correcaminos, muestra un cartel que pone: “Los Correcaminos, no saben leer”. Lafacukur.
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P.S.: El capítulo de Correcaminos, al que hace referencia el escrito es un fake (mentira, falso), en el que el Correcaminos es merendado por el Coyote. Pero es un capítulo "remendado", para dar justo fin (según algunos, como yo) a la aventura. El palabro "Lafacukur", parece ser un seudónimo del autor, que sale justo donde debería estar un cuchillo. Es una broma. Aquí me sirve para poner fin al escrito. Solo eso. (Escribo esto, porque alguno se ha sentido ofendido (?) porque creía que hacía referencia a otra cosa)

jueves, febrero 24, 2011

Un Cuento para San Valentín

Tres años habían dado lo suficiente, para que Björn hubiese llegado en su equipo a ser, desde hacía un par de semanas el encargado de abrir camino y ser el primero en poder ver lo descubierto. Y aquella cueva le obsesionaba, demasiado quizá para un científico, un estudioso. Pero había algo que irracionalmente le decía que aquel peligro, a veces bajo las aguas del río, otras vislumbrando una pequeña oquedad, según le contaban los lugareños, en periodos de mucha sequía. El promontorio cercano, además era alto, bastante alto. Si sus suposiciones eran ciertas, los antiguos egipcios lo hubiesen aprovechado para una tumba. Lo malo es que el director no le daba importancia y además, estaban los cocodrilos.

Pero el siguiente viernes de descanso, estaba entrando y reptando completamente mojado a unos diez metros hacia arriba, según sus cálculos, a mitad de camino del promontorio. Era una salida de una tumba, eso seguro. Se pensó un par de veces volver, pero “anda ya”, ya había entrado. Siguió subiendo, luego bajando, hasta una cámara de roca, la misma que obstruía los pasos del antiguo templo de la otra orilla, o al menos eso le pareció. Según sus cálculos (mira que era malo para eso), ahora estaba cuatro o cinco metros bajo el terreno, en el mapa mental que se había hecho. Aquellos sarcófagos sin la habitual forma antropomorfa, sino rectangular y muy rústica, le sonaban cercanos a los mil años antes de nuestra era. Pero su conservación era perfecta. Echando mano de sus conocimientos y ya que la altura de la cámara mortuoria de apenas dos metros lo permitía, los leds le mostraron aquella inscripción:

A Kytzia, la amada:
Amada criatura de Imn
que como sol naciste
de luz llena y azul cielo.
Que llenaste mi vida
e iluminas mi camino en Maat (armonía y verdad).
Horus te es siempre fiel,
y tú, gracia de los dioses,
qué justo es tu obrar
y tu espíritu (Ka) bueno
hace tanto bien mi amor”.

El otro sarcófago, solo tenía una inscripción:

Hapu, el amante. Su hija Zalika, quiere que eternamente estén juntos, quienes tanto se amaron”.

Björn masculló una maldición en sueco, por la lágrima que cayó en el sarcófago de Hapu.

domingo, febrero 13, 2011

Una Carta tarde

Querida Rachel (Cómo me gustaba repetir tu nombre, ¿te acuerdas?) …

Quiero sorprenderte y espero que no te duela que después de tantos reclamos tuyos acuda a ti, tan tarde.

Te he visto. Nuestro puente, el de las puestas de sol sin nombres. He querido parar la moto, pero ya sabes, las leyes, esas que según tú me gustaba saltar, hoy me han podido. No he parado; pero créeme, nada me hubiese gustado más. He comprendido.

Te he comprendido.

“No derroches”. Es verdad. Una décima de segundo para que lo comprenda todo. Solo he visto tu rostro. Y he comprendido. Me imagino que esa palabra siempre la he tenido conmigo. “Lo derrochas todo”. Llevabas razón, porque derroché todo. Es quizás el pecado de la juventud: derrochar.

No he guardado de la ternura con que te rodeaba, exageradamente. De los besos que intentaba prodigarte. De las risas con que te obsequiaba impunemente, de la falacia de tantos “te quiero”. Derroché hasta el sol de cada tarde contigo.

Tiré por la borda o por aquel pretil, apoyado en él, palabras exageradas de confianza en mí. Falsa además, te lo aseguro hoy. Dejé caer las monedas de bondad que tenía y que me invitabas a guardar e invertir, para ganar en este duro negocio de la vida. Tanto derroche.

He querido apretar el puño, mirar hacia atrás, reconocerte en aquella chiquilla que miraba mis ojos ¿con compasión dijiste?

Te extravié por no comprenderte … y, ahora que he comprendido, me queda un llanto de rabia, que contengo por no mojar el papel en el que te escribo.

¿Te acuerdas cómo te recriminaba que tú, poco más que una niña, pretendieras enseñarme a mí, valiente imberbe con aires de grandeza, los secretos de la vida y el amor?

Sé que llevabas razón, ahora. Pero es tarde. Todo lo que se derrocha se pierde para cuando es necesario. Ya he aprendido, espero no sea muy tarde.

Llevo casi treinta años sin decírtelo, pero de las pocas existencias que me quedan, acepta un “te quiero”, derroché tantos … Aceptámelo. Que te sirva por tantos años en silencio. Y créeme, llevabas razón, siempre fue un derroche.

Tu ¿me aceptas amigo?

PD: Sé cómo hacerte llegar estas palabras escritas ¿Me dejas que apure contigo cuanto me quede?

domingo, enero 30, 2011

CREATIVIDAD

En el desierto del Kalahari, en Africa, hay un pueblo, o mejor una comunidad de pueblos que se denominan “San”, que según los científicos, representan los ancestros de lo que hoy conocemos como “hombre”. Es decir, tras analizar la cadena genética, se ha llegado a la conclusión, que son el resto auténtico de los aproximadamente 2.000 hombres que dieron lugar a la humanidad moderna.

La explicación de que este resto diera la posibilidad de que el hombre moderno sea como es, a partir de solo 2.000 individuos, que por inteligencia, sobrevivieron a una catástrofe provocada por un volcán que destruyó y arrasó toda vida hace 74.000 años y al cambio climático que provocó, viene dada, por lo que se considera el germen de lo que de verdad nos hace humanos: la posibilidad de la abstracción e imaginación que dan lugar a la creatividad.

Para resumir este lío que he intentado presentar: hace 74.000 años, un volcán destruyó los primeros indicios de humanidad conocida, “el homo sapiens”, que tenía como especie, pocas posibilidades de progresar, porque a pesar de utilizar el cerebro, no conseguía evolucionar hacia un sistema de comunicación (lenguaje), ni a una capacidad de abstración suficiente para el progreso. De esa destrucción de la “primera humanidad”, salió un grupo de individuos, de los que nos restan los “San”, que resultaron ser los más inteligente y que supieron desarrollar un sistema de comunicación, un lenguaje (el lenguaje San se caracteriza por chasquidos con la boca, lo cual revela su antigüedad) y lo que es más importante, fueron capaces de desarrollar la capacidad de abstracción y comenzar a dibujar esquemáticamente, desarrollando la más importante de las capacidades humanas, la creatividad.

Tras intensas aventuras humanas, se desparramaron por todo el mundo, dando lugar a lo que conocemos hoy como la especie humana. De tal manera esto es así, que todos los hombres de todas las razas, venimos del mismo tronco. Los “San”, tienen la pecualiaridad de contener entre sus rasgos, por ejemplo, todos los diferentes rasgos de las razas humanas que conocemos como tales.

En definitiva, lo que nos ha dado la capacidad de progresar, de llegar a lo que somos y como nos reconocemos hoy en día, no es más que la creatividad. La imaginación puesta al servicio de ella.

El cerebro solo no habría bastado. ¿Qué cosa puede una central eléctrica sin el producto que le abastece y el desarrollo que a la vez consume esa producción? En definitiva, hay algo tras la central eléctrica que es el cerebro. Y hay algo después que consume y alarga en creatividad el proceso para hacernos humanos. Por eso, sin ese volcán, sin ese cambio esencial, los hombres habrían terminado desapareciendo, como lo hizo el homo erectus, o el austrolopithecus, que sí, usaron el cerebro, o lo desarrollaron al erguirse. Pero eso no les bastó. LO QUE NOS HACE HUMANOS, NO ES EL CEREBRO, SINO LA CREATIVIDAD. A desarrollarla para ser más humanos.

lunes, diciembre 20, 2010

(¿FELIZ?) NAVIDAD

Se harta tanto uno de escuchar eso de Feliz Navidad en estos días que me quiero recrear en lo que significa todo lo que se dice en torno a ella.

Felicidad (o beatitud), viene a ser una continua satisfacción, semejante al estar satisfecho con uno mismo y su relación con los demás y su mundo, que conlleva un contínuo sonreír, porque todo va bien, aún cuando uno esté incluso jodido de muerte. Lo que conlleva inmediatamente, a la …

Paz. O sea la relación justa con uno mismo, con los demas, con las cosas, con Dios (para los creyentes), teniendo en cuenta que …

La Justicia, no es vindicativa (que viene de venganza, o sea, la que conocemos), sino un conceder como justo, aquello que cada cual necesita. Por eso …

La bondad, siempre será regalar, donar, ofrecer, aquello que creemos que el otro necesita. No conviene confundir con bobería, sino con tener conciencia clara de que los otros necesitan de mí, de igual manera que yo de ellos. La bondad es lo mas contrario al mimo o al capricho que tienen que ver con la maldad. Es bueno, por tanto, tener claro …

Que la verdad se nos ha de ofrecer siempre en el envase más benigno posible pero nunca será posible ocultarla. Y es lo peor para todo lo anterior (felicidad, paz …) engañarse a uno mismo, porque de lo contrario, todo el objetivo vital se va al traste. Igual que si lo hacemos con los demás …

Que merecen de nosotros todo lo mejor, porque es lo que queremos para nosotros mismos. Y aunque lo mejor a veces no sea lo más deseable, porque podrá dolernos, nunca debemos dejar de tenerlo tendido hacia los otros, para que puedan hacer sus vidas conforme a la búsqueda real de la felicidad. Ya que ese es el fin de vivir …

Vivir desde el amor, del cual hemos venido, del cual vivimos y al que nos dirigimos. Amor que exige esfuerzo y voluntad, porque nada de lo que es grande, maravilloso, bello, viene sin que nos cueste, nos duela, incluso nos abandone. A veces el amor ha de ser ausencia y noche oscura; a veces, ha de ser dolor y desprendimiento … Es la belleza del amor. Amor del que venimos y Amor que nos recogerá.

La conclusión de la felicidad navideña, ha de llevarnos a vivir esta experiencia a lo largo de toda la vida, de cada día de la vida que nos toque vivir. Pensando además que no hay vida corta o larga, solo vida llena de días y de instantes para que hagamos nuestro propio camino; y para los creyentes, además, instaurar los valores del Reino que el Nacido en Belén nos mostró.

Ufff .. en realidad, resulta difícil decir FELIZ NAVIDAD.

lunes, noviembre 01, 2010

MUERTE

Este mes de Noviembre tiene el sambenito de mes de los difuntos, encuentro temporal con la realidad más real de la humanidad, todos pasaremos por la muerte.

Si; y es que la muerte es la amante más promiscua que uno puede encontrar, lo toca todo, acompaña a todos y a todos nos puede.

Porque la muerte nos toca. Nos toca bastante temprano, cuando su caricia abrasiva, roza nuestra mejilla en nuestros abuelos, a quienes tenemos que despedir, quitándonos sus besos y sus abrazos.

Poco a poco va golpeando nuestros extremos con las pérdidas de aquellos que tendrían que haber hecho con nosotros el camino; y las tempranas e inesperadas pérdidas, hacen moratones en el alma. Claro que, como todos los moratones, no nos rompen por demasiado tiempo y su dolor es pasajero.

Pero sigue golpeando, esta vez directo al corazón en aquellos que nos donaron vida y sangre, nombre y apellidos. Es su golpe en el que sí, esta vez, definitivamente, nos rompe, nos achica, nos pone a pie del abismo y en su nombre, además, nos deja acompañados de la “otra” amante, la soledad. Su golpe, de esta taimada, resuelta y contundente manera, nos recuerda que dentro llevamos la semilla de su encuentro que tarde o temprano llegará.

Y vamos contemplando como va pasando inexperada o presentida, cerca e inexorable. En las despedidas, ella, siempre presente, nos mira y nos enfrenta, parece incluso que nos habla y pronuncia nuestro nombre. Un escolofrío que se siente y orienta más allá de aquel a quién decimos adiós.

La muerte es semilla también, que va madurando y creciendo dentro, que sustenta su riego con nuestras lágrimas, de tristeza o alegría, para hacer que su fruto maduro llegue al tiempo requerido a hacerse presente para la cosecha, siempre en su momento, poco o mucho tiempo, breve o largo y angustioso siempre.

Muerte. A quién Francisco de Asís, llamaba hermana en ese lenguaje de los elegidos que han sabido leer la vida, proclamar la muerte y defenderse de ella, haciendo que su abrazo sea recíproco. Que han vivido sin vivir en ellos.

La muerte que nos vence a todos. Menos a uno. Por eso en él, iremos venciéndola todos. Por él también, recordamos a aquellos que han ido antes que nosotros, porque viven; porque su abrazo terrible amoroso ha sido efímero, solo una sombra en medio de la luz que es la vida; que ha pasado rauda sin que apenas se den cuenta, porque al final solo los que hemos quedado hemos comprobado su presencia, ellos, solo ya experimentan vida.

La muerte es una amante, promiscua, que huye de aquellos que hacen vida a su alrededor, nos toca vencerla ya. Ahora. Dando vida. Viviendo.

jueves, septiembre 16, 2010

POR LAS CALLES DEL VIEJO PARIS

De todas las cosas que nos ocurren en la vida, hay que reconocer que las que mejor recordamos son aquellas que nos han sido buenas. He pasado unos días en París y resulta que recordaba cómo me habían atropellado por primera vez en la capital francesa, pero me era imposible recordar dónde y las circunstancias más importantes. Solo recordaba que era un “tiburón”, aquel famoso Citroen DS de forma muy aerodinámicas. Sin embargo, tenía en la mente perfectamente la ubicación de algunos sitios y como éran (aunque con la trampa de conservar algunas fotografías de aquellos tiempos). Recordaba por ejemplo, la placita du Tertre, que en nada se parece a lo que me he encontrado, o la famosa Pigalle, que tampoco es lo que era, o el césped de la Torre Eiffel, sustituido hoy por asfalto. Ya hace muchos años de aquello y yo también he cambiado y desde luego, mi pelo ya no es el mismo, por ejemplo.

Recorriendo además, “por las calles del viejo París”, pensaba que efectivamente, tendemos a recordar lo positivo y alejarnos de lo negativo de una manera tendenciosa y perfecta, para acompañar nuestros días de recuerdos amables y olvidar los amargos. Eso, además, nos tiene que hacer tender a repetir errores, pero al mismo tiempo, es capaz de abrirnos paso a la virtud de encontrar novedades allí donde parece que no tenemos nada de qué sorprendernos. Me sorprendí de cómo han cambiado al Louvre, en donde para certificar que habías estado, te fotografiabas ante la Victoria Alada de Samotracia y ahora lo tienes que hacer en la horrible pirámide que rompe la estupenda plaza abierta que forman los pabellones del Palacio. Y me sorprendí, porque esperaba encontrar Sagrajas entre las batallas napoleónicas del Arco del Triunfo y no estaba … Tonto de mí. La batalla de Sagrajas es del 1086. Me sorprendí paseando por el Boulevard de Saint Michel y no recordando tanto comercio, aunque siga siendo una zona todavía asequible, economicamente hablando. Y me sorprendió el magnífico estado de los Jardines de Luxemburgo con la trampa, eso sí de que allí se encuentra el Senado francés. Sorpresa fue volver al Centro Pompidou y encontrarme como en Montmartre, que “la Boheme”, ha desaparecido ante el empuje del comercio que ha invadido todo. Poco queda del conglomerado de artista que hacía de Paris un sueño. Charles Aznavour ya lo dijo en su famosa despedida de la bohemia: “Ya no reconozco - Ni los muros ni las calles - Que habían visto mi juventud - En lo alto de una escalera - Busco un taller - Del que nada sobrevive - Con su nueva decoración - Montmartre parece triste - Y las lilas están muertas”.

De todas maneras, todo es bello en París que comentaba con Felipe Mayoral, paseando por los alrededores del Panteón.