domingo, febrero 13, 2011

Una Carta tarde

Querida Rachel (Cómo me gustaba repetir tu nombre, ¿te acuerdas?) …

Quiero sorprenderte y espero que no te duela que después de tantos reclamos tuyos acuda a ti, tan tarde.

Te he visto. Nuestro puente, el de las puestas de sol sin nombres. He querido parar la moto, pero ya sabes, las leyes, esas que según tú me gustaba saltar, hoy me han podido. No he parado; pero créeme, nada me hubiese gustado más. He comprendido.

Te he comprendido.

“No derroches”. Es verdad. Una décima de segundo para que lo comprenda todo. Solo he visto tu rostro. Y he comprendido. Me imagino que esa palabra siempre la he tenido conmigo. “Lo derrochas todo”. Llevabas razón, porque derroché todo. Es quizás el pecado de la juventud: derrochar.

No he guardado de la ternura con que te rodeaba, exageradamente. De los besos que intentaba prodigarte. De las risas con que te obsequiaba impunemente, de la falacia de tantos “te quiero”. Derroché hasta el sol de cada tarde contigo.

Tiré por la borda o por aquel pretil, apoyado en él, palabras exageradas de confianza en mí. Falsa además, te lo aseguro hoy. Dejé caer las monedas de bondad que tenía y que me invitabas a guardar e invertir, para ganar en este duro negocio de la vida. Tanto derroche.

He querido apretar el puño, mirar hacia atrás, reconocerte en aquella chiquilla que miraba mis ojos ¿con compasión dijiste?

Te extravié por no comprenderte … y, ahora que he comprendido, me queda un llanto de rabia, que contengo por no mojar el papel en el que te escribo.

¿Te acuerdas cómo te recriminaba que tú, poco más que una niña, pretendieras enseñarme a mí, valiente imberbe con aires de grandeza, los secretos de la vida y el amor?

Sé que llevabas razón, ahora. Pero es tarde. Todo lo que se derrocha se pierde para cuando es necesario. Ya he aprendido, espero no sea muy tarde.

Llevo casi treinta años sin decírtelo, pero de las pocas existencias que me quedan, acepta un “te quiero”, derroché tantos … Aceptámelo. Que te sirva por tantos años en silencio. Y créeme, llevabas razón, siempre fue un derroche.

Tu ¿me aceptas amigo?

PD: Sé cómo hacerte llegar estas palabras escritas ¿Me dejas que apure contigo cuanto me quede?

No hay comentarios: