martes, septiembre 23, 2008

A VOLAR (HUYENDO DEL MIEDO)

Quienes me conocen, saben que durante toda mi vida, hasta hace poco, he tenido un terror a la idea de volar …. Muchas oportunidades he perdido por el irracional miedo que me infundían los cacharros voladores. Y el caso es que siempre he intentado racionalizarlo todo, y evidentemente, sabía aquello de que es el medio más seguro, que diariamente hay miles y miles de vuelos sin que nada ocurra … ante lo irracional de mi temor, nada se imponía. Como digo hasta hace poco, que me pusieron los billetes en el email y tuve que hacer el esfuerzo. Bueno, lo que yo creía un esfuerzo, porque tras sentarme y contemplar las aspas del turbohélice todo fue mucho más tranquilo, más suave y mucho, mucho más relajante y bonito de lo que siempre había visto en las fotografías. Y eso que el viaje a Barajas, no fue ni mucho menos lo extraordinariamente maravilloso que me pareció cruzar el Mediterráneo hasta Nápoles, contemplando la salida de la península, sobrevolar Mallorca y Cerdeña y contemplar el mágico, para mí, Vesubio a no-sé-cuantos-metros de altura. Salvo alguna maniobra a la que no me acostumbré en los cuatro viajes en cinco días, volar, tras mi primera experiencia, me ha parecido maravilloso.

Ahora llega el trágico accidente de Barajas, cuando busco fechas para otro viajecito en avión, y ya es mi razón la que entra en acción. No me dejaré llevar más por el irracional temor.

Evidentemente el pesar de lo ocurrido estará presente por mucho tiempo, pero como diría una amiga, “si montas en moto, llevas muchísimas más papeletas de accidente que en un avión”. Y yo, también monto en moto.

En definitiva, me va a poder más las ganas de avión y de colocarme lejos en poco tiempo que el temor que pueda quedarme de los accidentes aéreos. Porque si hay algo que convierte al hombre en animal peligroso, eso es el miedo. Miedo que aprendemos a lo largo de nuestra vida, y que no debería jamás formar parte del equipaje de un ser libre que decimos ser los humanos. Demasiado tiempo ha atenazado mis días y mis posibilidades para seguir dándole sitio en los huecos que no controlo de mi vida. Demasiado ha soslayado mis intentos de disfrutar un poco más de las posibilidades que me da pertenecer a lo mejor de la fauna del planeta. Demasiado ha conseguido paralizar el encuentro y todas las prerrogativas sociales y lúdicas de otros lugares y otras gentes.
Demasiado ha traficado con mi inteligencia más allá de los límites naturales

No ahora no. Ni siquiera el dolor me quedó paralizado. Eso sí, no os preocupéis que buscaré siempre lo más seguro.

A volar.