Hay un componente social que siempre se supone a los más jóvenes que viene más o menos a reconocerles la capacidad de rebeldía. En algún tiempo, además con las connotaciones revolucionarias, más revolucionarias. Incluso, en ambientes universitarios, se unían una exquisita formación humanística y literaria que han dado gloria a países. De esas hipotéticas cualidades de la juventud, o de los jóvenes por personalizar, se han nutrido multitud de leyendas que con el paso del tiempo sí, se han convertido en leyendas.
Hace unos días un “chaval” de no más de 25 años me confesaba que le importaba un carajo lo que estaba haciendo en un partido político, que lo que quería era “estar bien colocado”. La verdad es que me quedé frío, porque este si está bien formado; este si sabe de qué va; pero toda su fuerza es estar bien colocado para conseguir algo.
Siempre me ha llamado la atención que la gente sea capaz de defender ideas y posiciones o creencias de forma radical, anteponiendo leyes y dogmas a lo racional, pero este me lo explicaba fácil y sencillamente: “se trata de vivir, no de principios ni ideas”. Cuando le dije que con principios e ideas también se vivía, recibí una pedrada en pleno convencimiento: “pero no se vive tan bien”.
Ya no venía a cuento mi preparada y experimentada: “depende de lo que uno entienda como calidad de vida”. De todas maneras lo dije.
Me quedó un desagradable pensamiento, no por el hecho de que alguien pensase así, sino porque viniese de alguien a quién pensaba como correcto en sus planteamientos. Pero es lo que hay. Nadie puede ser tan absurdo, si es medianamente inteligente, como para no admitir ni la más pequeña sombra de duda sobre una idea o una actuación. Nadie puede resultar tan tonto, cómo para no saber que cada moneda tiene cara y cruz. Nadie … que no pretenda solo “estar bien colocado”. Lo absurdo es el hooligan, o el fanático, ... lo de “los bien colocados”, es otra cosa, que tampoco tiene que ver con inteligencia, aunque lo parezca.
En resumen y retomando lo previamente escrito, cada vez más, la adormidera del botellón y la moda, el móvil y el piercing, el “super mega” y el “te lo juro tía”, nos están disponiendo a unos jóvenes que la única rebeldía es ante “los viejos” que son quienes les aguantan. Con lo divertido que nos parecía tirar tomates en algún cruce, o gritar contra la OTAN tapando calles …
Ah, sí. No se os ocurra dejar sin negocio a los que venden alcohol, cinco veces más desde hace diez años, llenando las arcas de papá-estado con el impuesto directo alcoholizante (más o menos entre un 30 % y un 60 %, dependiendo de las calificaciones). Si hacéis eso, jodéis el negocio, así que los consumidores se cabrearán. Pero no os preocupéis si la Biblioteca Pública no se renueva, no pasará nada.
Hace unos días un “chaval” de no más de 25 años me confesaba que le importaba un carajo lo que estaba haciendo en un partido político, que lo que quería era “estar bien colocado”. La verdad es que me quedé frío, porque este si está bien formado; este si sabe de qué va; pero toda su fuerza es estar bien colocado para conseguir algo.
Siempre me ha llamado la atención que la gente sea capaz de defender ideas y posiciones o creencias de forma radical, anteponiendo leyes y dogmas a lo racional, pero este me lo explicaba fácil y sencillamente: “se trata de vivir, no de principios ni ideas”. Cuando le dije que con principios e ideas también se vivía, recibí una pedrada en pleno convencimiento: “pero no se vive tan bien”.
Ya no venía a cuento mi preparada y experimentada: “depende de lo que uno entienda como calidad de vida”. De todas maneras lo dije.
Me quedó un desagradable pensamiento, no por el hecho de que alguien pensase así, sino porque viniese de alguien a quién pensaba como correcto en sus planteamientos. Pero es lo que hay. Nadie puede ser tan absurdo, si es medianamente inteligente, como para no admitir ni la más pequeña sombra de duda sobre una idea o una actuación. Nadie puede resultar tan tonto, cómo para no saber que cada moneda tiene cara y cruz. Nadie … que no pretenda solo “estar bien colocado”. Lo absurdo es el hooligan, o el fanático, ... lo de “los bien colocados”, es otra cosa, que tampoco tiene que ver con inteligencia, aunque lo parezca.
En resumen y retomando lo previamente escrito, cada vez más, la adormidera del botellón y la moda, el móvil y el piercing, el “super mega” y el “te lo juro tía”, nos están disponiendo a unos jóvenes que la única rebeldía es ante “los viejos” que son quienes les aguantan. Con lo divertido que nos parecía tirar tomates en algún cruce, o gritar contra la OTAN tapando calles …
Ah, sí. No se os ocurra dejar sin negocio a los que venden alcohol, cinco veces más desde hace diez años, llenando las arcas de papá-estado con el impuesto directo alcoholizante (más o menos entre un 30 % y un 60 %, dependiendo de las calificaciones). Si hacéis eso, jodéis el negocio, así que los consumidores se cabrearán. Pero no os preocupéis si la Biblioteca Pública no se renueva, no pasará nada.