domingo, enero 22, 2006

ESTULTICIAS (TONTERIAS) NAVIDEÑAS

Yo tenía otra cosa escrita para este mes, pero no he podido sustraerme al “encanto” navideño, tal cual un míster Scrooge cualquiera, aquel personaje de la maravillosa “Canción de Navidad” de Dickens.

Y es que, sí, el encanto de la navidad, me ha subyugado totalmente. Tan de esta manera ha sido, que Papa Nöel, ese viejecito que dicen es la representación de San Nicola de Bari, me ha visitado esta noche. Lo malo es que tiene el mismo atuendo gilipollas que le propinó la Coca-Cola y como desde que la dichosa glucemia se instaló en mí como problema, el médico me la tiene prohibida, pues como que me da más repelús eso que llaman Papá Nöel, o sea Papá Navidad traducido del francés, que tiene bemoles el nombrecito (no sé si la marca registrada, tiene culpa de este nombre gabacho del personaje).

Lo peor, es que se ha instalado en la mentalidad “real” (por lo de los reyes magos) esta pseudo-tradición que proviene de San Nicola de Bari y que intereses comerciales, cómo no, han transformado en el más absurdo icono navideño que se puede imaginar. Del “jo-jo-jo-jo” mejor no comentar nada, que me embalo. Vamos, al lado de Papa Noel, el “caganet” catalán, me parece una imagen tierna y con buen gusto, oiga.

Pues sí. Lo que es la vida. Papa Noel (jo, me da repelús, lo repito, escribirlo) me ha traido un regalo …

El caso es que San Nicolás de Bari, era mas bien bajito, bueno muy bajito, gordito pero no barrigón, chato y un poco calvo. O sea, feo, nada que ver. No habría vendido una botellita de la marca registrada, ni en el Sáhara a las doce del mediodía. Así que lo cambiamos. Le ponemos un gorrito con borlón (uffffffff…), nariz y cara de alcohólico, barba blanca imposible, un pijama con botas altas de charol y unos renos tirando de un trineo, medio de locomoción de muy buenísimas prestaciones en estas latitudes nuestras. Atención que van los nombres de los renos: Dasher (Brioso), Dancer (Bailarín), Prancer (Acróbata), Comet (Cometa), Cupid (Cupido), Donner (Trueno), Blitzen (Relámpago), Vixen (Juguetón) y Rodolfo (este no estaba entre los nombres originales). Bestial. La gestión comercial ha sido insuperable. Y ¡esto triunfa en todo el mundo!

Vayamos a otra tradición: la felicitación navideña. Mis amigos y familia, se habrán dado cuenta que no felicito a nadie. Ni con tarjetitas, ni cartas, ni las novedades de los sms o emails, ni nada parecido. Simplemente, ellos son testigos, no lo hago. Y me enternece, como cada uno de los que me han escrito alguna felicitación, salvo las comerciales que no tienen valor y que recorren el camino del incesto (in-cesto: al cesto, o sea papelera), han querido ser originales. Los tengo para todos los gustos. Me los reservo. Pero qué es la felicidad de la navidad, me pregunto. Porque vamos, la felicidad para mí, no es la comida fraternal, familiar (he cenado unos mejillones en vinagreta y un bocata chorizo … ¡¡¡solo!!!) y he sido muuuuuyyyy feliz. Me han comentado que una cena familiar de Navidad, ha terminado con dos familias que no se dirigen la palabra durante todo el año, cantando un villancico en casa de los abuelos y el nieto primogénito, que me lo contaba, partiéndose de risa, sabiendo que a la salida de la casa, seguirán sin hablarse otro año más, por quítame acá estas perrillas. A partir de ahora, sé que recibiré alguna felicitación menos, pero no os preocupéis, que apurando vuestra buena intención, dará lo mismo y seguiremos siendo buenos amigos.

Vayamos con la última, la de lo “reyes magos”. Siguiendo el relato del evangelio, no sabemos si fueron tres, probablemente no; ni eran reyes (¿¡esos van a mover el culo por una estrella!?), ni magos en el sentido moderno de la palabra. Eran astrólogos y un poco chiflados; bueno un poco, no: muy chiflados. Por cierto, los nombres, tampoco creo que coincidieran. Esos sí eran capaces de moverse por una idea absurda, pero por lo mismo maravillosa: algo gordo ha pasado en el mundo, que merece que estemos ahí. Algo extraordinario y que puede justificar un viaje penoso, incómodo y que podría costarles la vida: ha nacido un niño. Un Dios se nos ha dado.

¿Navidad? Pues sí. Pero otra. Estulticias, no.

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