lunes, octubre 23, 2006

FROILAN DE TODOS LOS CHUCHOS


En casa vive un perro que durante ocho años, me ha aguantado y he aguantado … y querido. Evidentemente, él me necesita, no me quiere, porque no soy tan jili de creer eso del “cariño” de los animales. Es el segundo perro, porque durante tres años, vivió conmigo Pepe, de feliz memoria ya. Pepe también me quería, pero “quería” más a una vecina de Pueblonuevo que le daba más golosinas que yo. A mi simplemente me utilizaba como excusa y yo me dejaba, porque en las noches de trabajo o de ocio, se sentaba a mis pies y si no tenía nada mejor que hacer se divertía trayendo y llevando cosas que luego yo le tiraba, hasta que me cansaba del juego, cosa que Froilán de Todos los Chuchos (el segundo perro), hace con mucha mayor insistencia, y si no le bajo la pelota de donde se la tengo subida me da la lata hasta que tengo que dejar el patio, entrar en casa y aburrido se echa tras de mi para cogerme delantera caso que yo vuelva de nuevo al corral.

Froilán de Todos los Chuchos, me lo pasó con un día de vida, aún con los ojos cerrados junto con una cama de serpiente, un biberón y una lata de leche lactante para perros, Santi, porque se lo habían encontrado unos niños tirado en un contenedor. Le dije que se moriría, que soy muy malo cuidando animales, pero insistió y … qué queréis que os diga, hoy por hoy me alegro del regalo. Además, Froi, representa un muy buen adecuado regalo para un cura, porque presenta una mancha blanca en su pechera (recordando la camisa clerygman de un cura), véase foto, y porque es cansino como una larga homilía (esto lo dijo un compañero viendo la insistencia del perro en que le tirara “su” pelota). Froi odia a los niños de menos de diez años, porque insisten en tocarle la cabeza de una manera que no le gusta, le tocan la comida, o simplemente, le quitan el protagonismo ante los que considera los “suyos”. Más de uno ha sufrido en propias carnes lo que es la mala milk del perro, y el sabe que si viene un niño, le molesta y además corre peligro de ser amonestado “severamente” si les gruñe o incluso ataca (cosa que no es normal, pero como digo, ha ocurrido alguna vez).

Correctamente dicho, no es “mi” perro, porque simplemente vive con-mi-go. Pero como la canción de Alberto Cortez, tendemos a lo que amamos, considerarlo nuestra propiedad, y porque además, también como el de la canción, es callejero y molesta muchísimo a todo el personal, que hay quién lo quiere y me imagino, quién lo odia; ya se sabe que no todos tenemos el mismo gusto, ni las mismas apetencias caninas.

Pero sobre todo, Froi, es un encanto, por cansino, por juguetón, por divertido, porque es la mejor alarma inútil, estruendosa y aguerrida que uno puede poseer; porque tiene cualidades de cazador; porque no ha hecho falta enseñarle nada, con su instinto es suficientemente potable (pobre, si hubiese que haberle enseñado algo); porque sabe, no sé cómo, pero lo sabe, si estoy bajo de ánimo, si voy a salir o si voy a salir a sentarme en la hierba del corral a descansar o a jugar a su juego preferido de pelearnos, aunque a este hay que reconocer que ya no me gusta tanto, que luego me señala los brazos con sus dientes o sus patas; por llorón cuando quiere algo (Stella se parte de risa si lo ve jimplar, que decimos, para conseguir algo); por celoso si alguien abraza a otro que no sea él; por … ufff… qué perro.

Ya sé que esto es un escrito de lo más inútil, pero esta mañana me ha dado por escuchar a Alberto Cortez y su Callejero, y qué queréis que os diga, como no se cantar ni componer, hago lo que sé hacer un poco regular, escribir esta loa a Froilán de Todos los Chuchos, mi perro.

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