He hecho un ejercicio de cosas que a lo largo de mi vida son sustanciales. O cómo diría cualquiera, mis favoritas. Y me he encontrado conmigo mismo en ellas.
Mi libro favorito, además del burrito Platero, llenaría una biblioteca con las obras de J.J. Tolkien, al que descubrí con veinte años, cuando no era tan visual como hoy; acompañarían los sonetos de Quevedo y muchos tomos de León Felipe. La Biblia (en muchas versiones) y El libro de la Vida de Teresa de Jesús.
Con Jacques Brel y su “Ne me quitte pas” abriría mi discoteca, pero sin olvidar a Joe Dassin y “A toi” por terminar con tanto francés, aunque quizás añada otro con “La quiero a morir“ de Francis Cabrel. En castellano, Mediterráneo y naturalmente, Paquito el Chocolatero. Ah, lo siento, pero me extasío con “Veni creator” también. Bueno me quedaría alguna de Migueli y todas de Edén, junto a Facundo Cabral.
Mi película es “Ciudadano Keine” hasta que descubra qué cosa es Rosebund, y si era Orson Welles el que comprendió la muerte como acicate de vida, o simplemente se lo reveló su inspiración, o sea el magnate. También recuerdo especialmente “El silencio de los corderos”, Bruce Willis (Las junglas) y la “Pretty Woman” que es Julia Roberts. De las españolas, aparte del genial “Bienvenido Mister Marshall”, poco, si acaso los nervios atacados de Almodóvar.
Un cuadro para mirar, sería pintado por Velázquez, el paisano Naranjo o Antonio López, aunque últimamente, me ha enamorado Isabel Guerra y su paz. Un cuadro de Naranjo, con Musa al medio, me hizo marearme y esa sensación-emoción ha hecho que me aproxime sin miedo a la pintura. Recobraría alguno de Dalí que para eso era también un genio.
Viviría muy tranquilamente en San Sebastián y me iría a pasear Sena abajo a París. Pasaría calor en Sevilla y cantaría (si mi oído no fuese una alpargata) una canción de ronda en Madrid.
Y un perfume de jazmín o de azahar. O la tierra recién mojada cuando la lluvia es en verano tras muchos días sin sentir su frescor.
Y la luz del atardecer en Badajoz, mirando río abajo, camino de Portugal, cuando el sol, tan enorme, se oculta “lusamente”, o lentamente, que es más correcto, ¿no?
Son muchas y mi memoria corta. Y cuando comencemos nuevamente el día, tendría que volver a llenar folios y folios y no me da para más este mes. Acaso otro mes lo intente, si el alma se pega al pasado o el futuro se lanza a soñar con colores nuevos, sensaciones y sueños.
Ah, por si acaso, siempre me han gustado las rosas, esas que parecen de terciopelo rojo. Los libros que saben a vida y bondad, los poemas llenos de ternura y una pizca de ironía, los helados (ahora sin azúcar), el café de Colombia y del cerdo … hasta los andares.
TAREAS DOMÉSTICAS
Hace 1 semana