De un tiempo a esta parte, todos hablamos de crisis y con razón, que está comenzando a surgir la tragedia en la parte de los de siempre; los de siempre que no la han sentido, ni la sentirán dicen que es una oportunidad de riqueza.
Pues bien, es tiempo de reflexionar, de parar, de conmutar, de reiniciar … aunque solo sea cinco minutos.
Si el fin del hombre es la felicidad, y esta no se consigue, hay que reiniciar el camino. Nunca, además es tarde. Siempre me ha parecido que la capacidad de búsqueda del hombre se detiene en ocasiones, y de manera atropellada intentamos opciones que no son convenientes. Y tiene que haber un camino, como bien diría León Felipe: “Para cada hombre guarda / un rayo nuevo de luz el sol / y un camino virgen Dios”; se trata de buscarlo, y si no nos va bien por donde vamos, habrá que dar un rodeo, buscar … No es conveniente “dar coces contra el aguijón”. Cinco minutos, para parar, pensar … y buscar la opción más conveniente. Tal como diría la dinámica católica de la cuaresma, si es necesario, convertirse. No es un problema solo de identidad o de salvaguarda, es cuestión de cuestionarse (valga la redundancia), continuamente.
Como a estas alturas de la película, ya habrá quién sapee y culebree, aunque sea mentalmente, decirle que la sabiduría no viene infusa en ninguna de sus acepciones, sino que es un trabajo, un continuo desplegarse, tal como la mariposa a partir de la oruga, pasando incluso por la muerte; porque cómo también diría Lao-Tsé, “lo que para la oruga es el fin del mundo el resto del mundo lo llama mariposa”. Dejo que me penséis o llaméis “tontolhaba”, cursi, por tanta cita poética, pero la verdad no tiene por qué ser una macabra y soez palabrota, es más, ni siquiera es esa la más verdad, sino que se manifiesta mucho más cierta en la poesía que en la prosa, en la belleza que en la ciencia, y lo dice uno que presume de racionalidad por encima de todo.
¿Y todo esto qué tiene que ver con la crisis? Pues porque sigue siendo oportunidad de riqueza, pero no de la que habíais pensado primero, sino de otra más profunda que no se apolilla, ni se oxida, ni se la llevan los bancos, ni siquiera Hacienda, porque es hacienda del alma.
Es tiempo de tomarse cinco minutos, o cinco horas, o cinco días, o cincuenta (bueno, que ha sido miércoles de ceniza, cuarenta). Pero es una nueva oportunidad. El camino no tiene que ser el que hemos llevado como cierto hasta ahora. Hay otras oportunidades, y como fiel Penélope, la vida nos espera para entretejernos una nueva al clarear el día, si destejemos en la oscuridad de la noche. Pascua será pronto, ya verás.
TAREAS DOMÉSTICAS
Hace 1 semana