martes, diciembre 23, 2008

BUSCANDO LA VERDAD

Cada día que pasa, el contenido de la verdad que siempre hemos conocido, se pasa por un nuevo filtro, en este caso y en este tiempo, por lo que “me parece”. No hay verdades absolutas, ni siquiera en el campo científico. ¿Se acuerdan ustedes, cuando nos decían que el aceite de oliva era muy malo para la salud? ¿O cuándo nos recomendaban no tocar el jamón, ni siquiera el ibérico, porque era fatal para todo? A última hora, parece que incluso la fruta no es tan buena.
En definitiva, no hay verdades. Incluso se presume en algunos ámbitos teóricos del conocimiento, tal como ideaba Marx, que el conocimiento depende del momento, o sea lo que interesa.

A este paso, la duda, que ya no es metódica ni mucho menos, sino provechosa y temporal, también deja de existir. Cualquier mente, medianamente formada y bienintencionada, se encuentra en el dilema de mandar a la … porra todo pensamiento lógico, y dedicarse al “dolce far niente” o mandar el mundo cultural a esa fosa, que esperemos que Garzón no abra, del tesoro histórico de la sabiduría, esperando que algún aventurero del espíritu encuentre pasado un tiempo para deleite de un culto mundo mejor. Porque el complejo ideario de este momento, cabe en circunstancias normales en un simple cd.

Las soluciones además, no son fáciles. El contenido de lo que se enseña y de lo que subyace en los famosísimos planes de estudios, desde el nefasto plan de Villar Mir (con su complejo entramado de siglas, egb, eso, bup, logse …), todo contenido mínimamente estable y confiable, se ha ido al garete. Los que sostenemos un cambio a mejor, o una vuelta al contenido fiable de la sabiduría, incluido el real cambio y bueno de lo técnico, padecemos el sonido casi gutural de aquel mal heavy rocoso, que nos reclama la hoguera para los libros, como si de una Cristina Almeida cualquiera se tratara. Lo tenemos crudo. Si quieren pregunten a las nuevas hordas de mochila (muy cargadas eso sí, de cientos e incluso miles de euros) por contenidos que se supone que tienen en su bagaje cultural. Se darán cuenta que no tienen nada. Su conocimiento es inversamente proporcional al contenido de la susodicha mochila. Tanto libro y tanto peso, para no saber nada …

¿Hay alguna esperanza? Hombre sí. La que pergeña la solitaria búsqueda, tal cual Leonardo Siglo Veintiuno, o sea un nuevo renacimiento, en el que el conocimiento, eso sí, bastante individualizado, se imponga. Hay familias que rechazan la escuela y prefieren la educación en la casa, si los padres tienen tiempo, claro, buscando una más completa integración en la historia del conocimiento humano. Curiosamente, cuando estos hijos de la escuela familiar se encuentra con los otros, siempre salen triunfantes …

Si les interesa, porque lo oficial no cuaja …www.crecersinescuela.org

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