Una de las pecualiaridades del ser humano es desde luego, su capacidad para creer en sí mismo, hasta el punto de haber sido capaz de negar la probabilidad de su acabamiento. De tal manera esto es así, que incluso en algún tiempo se quería pensar que con los avances científicos y técnicos, el hombre llegaría a la inmortalidad. Y no es broma, eso se ha podido leer en libros decimonónicos ante el avance que creyeron imparable del progreso humano. La realidad lo desmiente todo, sobre todo cuando se trata de espectativas humanas. Aceptar la temporalidad, el acabamiento, la limitación, la muerte, debería ser una de las más sabias voluntades humanas, un acatamiento natural de todo esto, una decisión madura y encaminada a algo más que a aquel “estar tranquilamente instalado en la finitud”, que al final supimos no era tan tranquilo ni finito, sino mucho más ansioso de la infinitud.
Está visto, además que en contadas ocasiones somos capaces de sentirnos protagonistas de nuestra propia vida, sino que la mayoría de las veces, nos vemos llevados por el río de la vida hacía no se sabe dónde. Bueno, sí sabemos dónde, pero no a dónde nosotros queremos. Es otra de esas frustraciones tan poco soñadas que se terminarán cumpliendo. En definitiva, todo este rollo de arriba quiere decir que aunque no queramos, valemos más bien poca cosa, que la vida es una m… y que nos queda poco en la recámara para poder sacar pecho. Es decepcionante esperar algo de nosotros mismos.
Dicho esto, ¿qué cosa queda por hacer? Pues mucho. Ya decía Jesús en el Evangelio, que un solo vaso de agua no quedará sin recompensa. Nos queda la bondad, nos queda el perdón, nos queda la solicitud por el otro, nos queda dar a cada hombre su parte de este mundo, nos queda el cuidado de los hombres y las cosas … Solo eso justifican los días de un hombre. Porque creer que tener mucho va a solucionarnos algo, es estar “como una cabra” y terminar valiendo poca cosa una vida. Que “la vida no vale nada” si no es para darla, que cantaba Pablo Milanés.
No es que yo me anime a mi mismo más de esta manera, haciendo positivo, lo que es solo un negativo que nunca se va a revelar (si alguien se acuerda todavía de los negativos fotográficos). No. Es la segunda parte de un ejercicio de inteligencia. Nuestra vida se nos va, se nos escapa, como “agua entre los dedos” y apenas tendremos tiempo de hacer algo … Así que démonos prisa en vivir nuestros días desde la generosidad, porque solo eso podrá hacernos darles valor. Por cierto, les animo a que comiencen por ceder parte de los impuestos que le pagamos al Estado, a la Iglesia y a otros fines sociales en la Declaración de la Renta, que si no, se lo gastará, seguro, en algo que no le gustará a usted, así que señale las dos casillas. Ya es hacer algo y darle sentido, en este caso al dinero.
En fin, que si usted no hace todo por una razón de justicia, su vida no vale nada. Se creerá usted que vive muy bien, pero su vida no pasa de ser una m… Solo lo dejará de ser si la convierte en un ejercicio de generosidad. ¿Que soy un iluso? Bueno, y qué. Pero mis días tendrán sentido.
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